"A Car Crash, Somewhere" (Harris Johnson) ¡Qué susto me he llevado esta mañana!
Como casi siempre, he salido del trabajo más tarde de lo que debería. A partir de la 1 p.m. aquello se queda bastante tranquilo y es entonces cuando mi cerebro se concentra para realizar diversas labores que, hasta ese momento, era incapaz; gente, ruido, música... vamos, imposible de centrarse dos minutos seguidos en cualquier tipo de tarea. Ni siquiera me ha dado tiempo a acercarme hasta la biblioteca donde me aguardaban unos restos de moscovitas (esos chocolates garrapiñados... uhmmmm) para matar el gusanillo matinal.
Para las 2.30 p.m. ya estaba en la calle, con paso tranquilo y con ganas de coger el coche para irme a comer y es que me esperaban unos calamares en su tinta deliciosos a los que sólo faltaba añadir un arrocito. Miranda, estupenda cocinera, se había encargado de lo primero; el arroz corría de mi cuenta, que tanto como eso ya sé hacer, aunque quede algo "sosingo".
El primer soponcio me lo he llevado al ir a buscar el coche. Yo, todo convencido, me he dirigido hacia el aparkaleku pero, hete ahí, su lugar estaba ocupado por otro vehículo; mira que te mira para un lado, para el otro y "na". El corazón a mil, pensando que me lo habían robado, porque estaba bien aparcado y con la OTA en regla, así que la grúa no había podido ser. Estaba a punto de coger el teléfono para llamar a la policía cuando me he percatado de que iba con un día de retraso; ayer lo había aparcado ahí. Hoy estaba un pelín más lejos. Jeje, qué cara de lelo se me ha quedado, aunque realmente aliviado.
Pues me he dirigido hacia allá y con gran placer me he sentado en el toledo (por cierto, hay que limpiarlo...) y he puesto rumbo hacia los calamares en su tinta. Iba yo conduciendo tranquilamente por el corredor del Txorierri tratando de atajar unos minutos cuando, de repente, un loco desalmado se me ha cruzado tratando de meterse por una de las salidas que estábamos a punto de dejar atrás. El locatis asesino se me ha puesto delante dando peligrosos bandazos y, por suerte, en uno de esos movimientos ha conseguido colarse por la salida deseada, eso sí, le han faltado pocos centímetros para darse con los pivotes, después de esquivar peligrosamente el pobre toledo.
Curiosamente, me he dado cuenta de que no suelo perder los nervios en este tipo de situaciones, pero, de todos modos, le he tocado la bocina sin parar, como un loco, hasta que lo he perdido de vista... ¡Me encanta la bocina de este coche! ¡Cómo suena! ¡Parece un camión!
Me he llevado un gran susto, pero creo que los que iban en el coche, en cuestión de segundos, se han puesto de varios colores hasta quedarse blanquecinamente pálidos y con una cara de susto...
Ya estoy en la cama, a punto de pasar un ratito con Morfeo, que ya me está llamando. Eso sólo quiere decir una cosa... ¡Los calamares estaban deliciosos!
Gracias Miranda.
"The Beast is Back" (Christopher Lee)